A 100 días: La magnitud del “cambio” debe imponerse

Nunca hemos comprendido eso de que en tan solo 100 días uno puede valorar a un nuevo gobierno que recién empieza su gestión.

Sin embargo, la dinámica sociopolítica y, especialmente, la mediática, se impone y no se puede escapar uno a entrar en esa “lógica” calificadora y valorativa del recién llegado equipo gobernante al Poder Ejecutivo. Sin embargo, también debería someterse a tal escrutinio antojadizo, de temporalidad arbitraria, al mismo Poder Legislativo.

Luego de estos primeros 100 días de la gestión que desde la Casa Presidencial conduce el señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, cada minuto transcurrido, cada hora que ha pasado, cada día que ha terminado y cada mes vencido, nos afirma nuestra creencia y convicción de que cualquier transformación social en nuestro país y hacia la igualdad pasa, imprescindible y necesariamente por el cambio más grande de todos los cambios, en el juego sistémico vigente: una Transformación Tributaria Estructural.

La misma debe ser de una profunda progresividad, para que nuestra sociedad, nuevamente, recupere la lógica de la búsqueda y promoción del bien común como eje central de toda la política pública; en tránsito hacia a una nueva fase histórica del desarrollo nacional en el ámbito de la inclusión y de la movilidad sociales.

Este es un tema recurrente de este su servidor en este espacio democrático de opinión que es el Diario Extra. Probablemente pareceremos “majaderos” al respecto. Pero cuando nos percatamos de que este asunto tiene ya una altísima relevancia a nivel continental al impulsarse por varios gobiernos progresistas latinoamericanos, enfrentando sin miedo y con decisión semejante desafío, nos damos cuenta de que nuestro país no puede seguir eludiendo esta realidad; realidad que deberían también entenderla todos esos que desde el ámbito neoliberal, una día sí y otro también, se rasgan las vestiduras y pegan una gritería que llega al cielo, porque el déficit fiscal podría llegar al orden del 7% PIB en fecha próxima.

Además, a nivel de la lucha social y sindical en el seno de la clase trabajadora latinoamericana, este asunto de una Transformación Tributaria Estructural ha cogido enorme relevancia, gigante potencia y fuerza, con el lanzamiento de la Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA); que en su apartado “Nueva Fiscalidad Progresiva”, plantea que el reto de nuestras sociedades latinoamericanas es ir “Hacia una nueva fiscalidad que apunte a gravar progresivamente las ganancias, la renta, el patrimonio, los altos ingresos y el consumo de lujo. Quien más gana y tiene mayor riqueza, que pague más. Quien gana menos y tiene menor riqueza, que pague menos”.

Cuando nos percatamos de que el principal gremio empresarial del país, el “sindicato” de las grandes corporaciones del sector Privado, expresa su molestia y su enojo por el monto del reajuste salarial para quienes laboran en el sector Público; y cuando este mismo grupo de poder real pareciera disgustarse por que se dé en el país una férrea y agresiva política de control del robo de impuestos en todas sus formas; entonces pensamos que están equivocados.

Están equivocados porque sin esa Transformación Tributaria Estructural el riesgo de quiebra del Estado les arrastrará también; y, por el contrario, deben ser los primeros abanderados del combate a la evasión pues ellos, supuestamente están en desventaja competitiva al pagar de manera puntual, según afirman, sus impuestos.

Por otra parte, la gritería mediática que se ha orquestado por el lamentable pleito de “perros y gatos” que se da en el gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC); las pifias éticas de gente de sus propias filas y allegados que se han ventilado públicamente; más una parálisis legislativa por la anulación política entre fracciones diputadiles y al interior de su propio seno en algunas de ellas; son parte de las “circunstancias” altamente convenientes para que el sistema imperante de la desigualdad en desarrollo no se “altere”, más allá de lo cosmético y rutinariamente burocrático en la gestión de la política pública destinada a la inclusión social, sin abordaje de profundidad.

La “alteración” del sistema imperante de la desigualdad pasa por, repetimos, el cambio más grande que se debe hacer en estos momentos: la Transformación Tributaria Estructural, ante datos tan espeluznantes como los siguientes.

Y es aquí donde, en realidad, está el “ojo del huracán”. Primero: Ya es oficial. El robo de impuestos en todas sus formas es de 7.5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB). Nada más y nada menos que, dos billones cien mil millones de colones; en números, 2.100.000.000.000.00. Lo dijo el señor Ministro de Hacienda, no nosotros. Segundo: en el 2012 hubo en el sistema financiero bancario del país, un millón setecientas mil (1.700.000) transacciones de 10 mil dólares, o más, cada una: al menos ¡17 mil millones de dólares pasaron por la economía del país en un año! En colones, 8 billones 500 mil millones de colones (8.500.000.000.000.00). Lo dijo la Superitendencia de Entidades Financieras (Sugef), no nosotros. Hay unos 6 puntos de PIB, en materia de las más diversas exenciones y exoneraciones: Un billón 800 mil millones de colones (1.800.000.000.000.oo). Lo dijeron de manera compartida, el Ministerio de Hacienda y la Universidad Nacional (UNA). No nosotros.

Por eso merece que desde los movimientos sociales y, específicamente, los sindicales, una agenda de lucha en favor de la Transformación Tributaria Estructural que exige la magnitud de esas únicamente tres cifras globales sobre el robo de impuestos que vive nuestra sociedad (con ropaje legal o sin él), es urgente establecerla.

Por esta misma razón, debemos ver con perspectiva positiva varias iniciativas que se están promoviendo desde el Ministerio de Hacienda, encabezado ahora por el respetado ciudadano don Helio Fallas Venegas, para atacar el robo de impuestos inconmensurablemente espantoso que tales cifras nos indican. Debemos estudiar para, eventualmente, apoyar varios proyectos de ley que se han presentado ya a la Asamblea Legislativa, con la idea de controlar y/o reducir al mínimo el fraude fiscal; y, a la vez, mirar con interés varias iniciativas en la misma línea propiciadas por dicho jerarca que no ocupan de legislación para materializarse.

Evidentemente una Transformación Tributaria Estructural (así como nos gusta, ponerla en mayúscula), implica el desafío a una serie de grupos de poder económico-financiero con fuertes conexiones en el sistema político-partidista tradicional, como el representado en el propio “PLUSC” y sus adláteres-lamebotas), y en el mismo PAC.

Es aquí cuando pensamos que esta Transformación Tributaria Estructural, sin el ejercicio de la Democracia de la Calle, en este nuevo escenario político-social que estamos viviendo, no se dará y la debacle podría llegar perjudicando, como suele suceder, a “los y las de abajo”. Este es un nuevo reto, en consecuencia, para quienes estamos en el nivel de lucha de “los y las de abajo”.

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